Con la llegada del final de agosto, todos los ojos están puestos en la reunión anual de Jackson Hole, un evento clave que los inversores siguen de cerca para obtener señales sobre el futuro de la política monetaria de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos.
Este año, la atención del mercado se centra en la esperada reducción de las tasas de interés por parte de la FED. A medida que nos acercamos a la reunión, crece la expectativa de que los recortes de tasas podrían ser más significativos de lo que se anticipaba hace solo unos meses o semanas.
Estas expectativas han tenido un impacto notable en el dólar estadounidense (USD), que ha mostrado signos de debilidad. De hecho, el USD ha caído cerca de los mínimos de las últimas 52 semanas, cotizando actualmente en torno a 1.11 frente al euro (EUR). El mínimo más reciente se registró el 23 de julio de 2023, cuando alcanzó 1.1275. Ahora, la pregunta que surge es si el mercado volverá a probar esos niveles y, más importante, si logrará romperlos.
Sin embargo, incluso si las expectativas del mercado respecto a la agresividad de los recortes de la FED se materializan, no debemos perder de vista que el Banco Central Europeo (BCE) también está contemplando reducir sus tasas de interés.
Esto sugiere que el diferencial entre las tasas de interés en Estados Unidos y Europa podría no disminuir de manera significativa, limitando así las ventajas potenciales para el euro frente al dólar.
En resumen, aunque los movimientos futuros de la FED serán cruciales para el comportamiento del USD, es fundamental considerar la respuesta del BCE.
La posibilidad de que ambos bancos centrales adopten posturas más dovish podría mantener el diferencial de tasas estable, limitando la apreciación del EUR y presentando una posible oportunidad de compra del USD frente al EUR para los inversores que busquen aprovechar movimientos a corto plazo en el mercado de divisas.