La deuda estadounidense siempre aumenta. Y no puede ser de otra manera ya que en el sistema monetario actual deuda = liquidez y liquidez = deuda.
Y en un mundo dolarizado, a medida que se producen más bienes y servicios, necesitamos también más dólares para perseguir esos bienes y servicios. Si la deuda de EEUU no aumentase, estaría condenando al mundo a una deflación peligrosa. La deflación tecnológica (abaratamiento de los procesos productivos) es buena, pero la deflación de crédito es muy nociva. Y sería esta última la que provocaría una escasez de dólares.
La única vez que disminuyó la deuda en dólares fue durante un período de 18 meses en la gran crisis financiera de 2008-2009. Fue entonces cuando el crecimiento de la deuda privada se desaceleró y el crecimiento de la deuda pública tomó el relevo.
No perdamos de vista que el desapalancamiento público es igual al apalancamiento privado y viceversa. La crisis de 2008 en EEUU fue provocada por una sobre deuda en las familias, no es el Estado, especialmente por la mala exposición al mercado inmobiliario. Para tratar de apaciguar la brutal crisis, el Gobierno tuvo que emitir mucha deuda y provocar el desapalancamiento del sector privado (hogares y bancos sobre todo). Para ello, a través de la Banca Central se emitieron los programas de QE y la Reserva Federal, con el apoyo del Tesoro, actuó de “banco malo” absorbiendo los activos tóxicos y liberando un poco el balance de bancos y familias. Cuando el gobierno se endeuda, inyecta liquidez al sector privado.
Esto tiene consecuencias negativas evidentemente. El hecho de que la deuda la emita el sector público en mucha mayor medida que el privado genera segundas derivadas muy perversas.
Dominancia fiscal y a largo plazo inflación crónica
Crecimiento del Estado y, por tanto, estancamiento económico
Proliferación de redes clientelares
Mayor demagogia política.
La calidad de los políticos de un país tiene una correlación inversa con la deuda de ese propio país.
Es muy difícil encontrar el equilibrio entre privado - público para emitir deuda. Ahora claramente estamos entrando en un entorno de excesos gubernamentales. Quizá debamos plantearnos, no que la deuda sea mala o tenga que disminuir, sino que la emisión deba volver a coger peso en el sector financiero privado.
La deuda es necesaria (no la sobre deuda ojo) pero quien la tiene que emitir es un debate complejo que se debería estar teniendo en la academia.
Demonizar la deuda es el clickbait fácil, pero quizá sea el argumento fácil. El sistema, con sus defectos funciona y, de momento, parece sostenible. Muchos economistas llevan 50 años anunciando su fin, y miren donde estamos.
El sistema se basa en la creencia de que cuando vencen los préstamos, otros nuevos se pueden emitir. La deuda NO se paga, sólo sus intereses. Los problemas surgen cuando:
1) Nadie te quiere prestar (pérdida de confianza).
2) El nuevo interés es más alto que el interés anterior (espiral de deuda).
De momento, en el sistema eurodollar, estamos muy alejados de estos riesgos de cola.