Eric Schmidt, ex-CEO de Google y una de las mentes más influyentes de Silicon Valley, no se anda con rodeos: el soldado humano está obsoleto.
Su visión de la guerra es una pesadilla para unos y la inminente realidad para otros: enjambres de drones de inteligencia artificial que operan con total autonomía, capaces de arrasar con tanques de millones de dólares a un costo ridículamente bajo.
El argumento de Schmidt es simple y aterrador: un dron de apenas 5,000 dólares puede aniquilar un carro de combate que cuesta millones.
Con esta premisa, el ex-ejecutivo ha convertido su visión en una cruzada personal, invirtiendo directamente en startups que unen la alta tecnología con el armamento militar. La línea entre Silicon Valley y el Pentágono nunca ha sido tan difusa.
De Google a la industria de la guerra
Las guerras de hoy, desde Ucrania hasta Gaza, no son solo conflictos: son campos de prueba en tiempo real. Aquí, las nuevas tecnologías se perfeccionan a una velocidad vertiginosa para convertirse en las herramientas permanentes del arsenal estadounidense. Es la doctrina de Schmidt en acción: usar la velocidad de las startups para superar la burocracia militar.
Schmidt ha puesto su dinero donde tiene su boca. A través de su firma de capital de riesgo, ha financiado empresas como Anduril Industries, que construye sistemas de vigilancia autónomos, y Scale AI, que entrena modelos de IA para el Pentágono. Estas inversiones no buscan solo ganancias, sino acelerar una revolución militar que ya está en marcha.
Un futuro polémico: la ética en el campo de batalla
La visión de Schmidt tiene sus detractores. El debate sobre las armas autónomas letales—capaces de decidir si matar sin intervención humana—es uno de los más acalorados en la comunidad científica y de derechos humanos.
Los críticos alertan sobre un futuro distópico donde las máquinas toman decisiones de vida o muerte.
Sin embargo, Schmidt defiende su postura con una lógica fría: la IA podría ser más precisa que un soldado humano, reduciendo así las bajas civiles.
Pero, ¿es aceptable entregar la ética de la guerra a un algoritmo? Mientras el debate continúa, los drones de IA no son solo ciencia ficción, sino una realidad que define el campo de batalla de hoy y de mañana.