La empresa Super Micro Computer anunció la renuncia de Ernst & Young (EY) como su auditor, en medio de una revisión exhaustiva tras las preocupaciones que EY expresó en julio sobre temas de gobernanza, transparencia y la integridad en la comunicación de la empresa.
En una presentación reciente, Super Micro informó que EY había señalado estos problemas al Comité de Auditoría, advirtiendo que la empresa enfrentaba un riesgo significativo de no poder presentar su informe anual de manera puntual debido a debilidades en los controles internos de sus informes financieros.
En su carta de renuncia, EY explicó que la decisión se debió a "información reciente" que les llevó a perder la confianza en las representaciones de la gerencia y del Comité de Auditoría de Super Micro. EY manifestó que, tras esta revelación, ya no se sentía en condiciones de validar los estados financieros preparados por la empresa ni de continuar proporcionando sus servicios de auditoría conforme a la normativa y estándares profesionales.
Super Micro respondió asegurando que, aunque aceptan la decisión final de EY, no están de acuerdo con los motivos de la renuncia. La empresa señaló que el Comité Especial aún no ha terminado de recopilar toda la información relevante ni de concluir su revisión. No obstante, afirmaron que tomarán en serio las preocupaciones planteadas y considerarán cualquier recomendación o acción correctiva que surja de la investigación.
Esta situación impactó gravemente en la bolsa, donde las acciones de Super Micro cayeron cerca de un 30%. Además, la renuncia de EY llega en un momento complicado para la empresa, ya que el Departamento de Justicia de Estados Unidos inició recientemente una investigación basada en acusaciones de un ex empleado sobre posibles violaciones de normas contables por parte de Super Micro.
¿Podría esto ser una advertencia para otros gigantes tecnológicos? La salida de una firma de auditoría de prestigio como EY podría indicar una tendencia en la que, frente a mayores exigencias regulatorias, las auditoras se muestren cada vez menos dispuestas a asociarse con empresas cuyos estándares de transparencia y control interno no cumplan con las expectativas de los mercados.