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Análisis de mercados
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Álvaro Basagoiti

El S&P 500 disimula el golpe

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En la sesión de ayer, el S&P 500 apenas retrocedió un 0,4%, una cifra que, a simple vista, podría sugerir estabilidad.

Sin embargo, tras esa fachada se escondió un dato técnico de enorme peso: se trató de una de las jornadas más débiles en términos de amplitud de mercado desde al menos 1990.

Más de 400 valores dentro del índice cerraron en negativo, lo que constituye una clara señal de deterioro interno.

¿Qué nos dice la amplitud?

La amplitud de mercado es una métrica crítica para entender si el movimiento de un índice representa realmente al conjunto de acciones que lo componen.

Cuando un índice sube o baja, pero lo hace impulsado únicamente por un puñado de compañías de gran capitalización, su comportamiento puede resultar engañoso.

Este indicador analiza cuántos valores acompañan efectivamente la dirección del mercado. Una amplitud positiva —muchas acciones al alza— suele reflejar una entrada genuina de liquidez.

Por el contrario, una amplitud negativa puede revelar una desconexión entre el rendimiento del índice y la salud real del mercado.

Una señal que no debe ignorarse

El caso de hoy es ilustrativo: a pesar del leve retroceso en el S&P 500, la enorme mayoría de sus componentes registró pérdidas. Esta divergencia no es nueva. De hecho, hace solo unos días, la acción "mediana" del índice se encontraba más de un 13% por debajo de su máximo de 52 semanas, mientras el propio índice tocaba nuevos máximos históricos.

Dicho de otro modo, el protagonismo de las megacapitalizaciones —empresas como Apple, Microsoft o Nvidia— está enmascarando el debilitamiento de la base del mercado.

Una lectura más profunda

Entre los analistas técnicos, uno de los métodos más habituales para medir la amplitud consiste en observar cuántas acciones se mantienen por encima de su media móvil de 50 sesiones. Esa proporción ha venido cayendo, lo que indica que, más allá del rendimiento de los pesos pesados, la mayoría de los valores muestra una pérdida de impulso creciente.

En un entorno de aparente fortaleza bursátil, los indicadores de amplitud funcionan como una radiografía que revela fisuras bajo la superficie.

Lo que ocurrió ayer en Wall Street es un recordatorio contundente: los índices pueden sostener su fachada, pero cuando la base se resquebraja, tarde o temprano el mercado reacciona.

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